miércoles, 11 de agosto de 2010

Uruapan

La Ciudad de Uruapan, paraíso de Michoacán, vergel edénico, tierra de la eterna primavera, es la cabecera de un distrito político que lleva su mismo nombre. Población que existía con ese mismo nombre y en ese mismo lugar antes de la venida de los españoles, debe a Fray Juan de San Miguel el haberse fijado en ese sitio gracias a la obra urbanística del fraile franciscano, alrededor de 1533. Está situada en la vertiente sur de la sierra de Uruapan, prolongación de la de Apatzingán, formando parte del eje volcánico. Su altura sobre el nivel del mar se considera de 1 640 metros y queda situada a los 19º 24´ 56” de latitud norte y 102º 03´ 46” de longitud oeste del meridiano de Greenwich.




 
Los límites del municipio de Uruapan se marcan por los municipios de Tingambato, Ziracuaretiro y Taretan al este; Nuevo Parangaricutiro al oeste; Paracho, Charapan y Los Reyes al norte y el municipio de Gabriel Zamora (Lombardía) hacia el sur. La extensión geográfica del municipio alcanza una superficie de 1 286 kilómetros cuadrados y una densidad de 114 habitantes por km2.

La región de Uruapan es zona eminentemente volcánica de acuerdo con sus numerosos conos volcánicos que se han extinguido, caracterizando al paisaje montañoso que entorna a la ciudad.




 
En el distrito de Uruapan se encuentran los tipos de suelos característicos de la meseta tarasca que se clasifican en tres: el amarillo café de las latas montañas, el tupuri (marga arenosa fina) de los valles y el rojo arcilloso llamado charanda de los declives de la zona periférica en la que está sentada Uruapan.

Las características orográficas del distrito de Uruapan la hacen parecer como “una alta meseta arrugada por grades edificios volcánicos y sus contrafuertes, por conos científicos numerosísimos y por extensos derrames de lava conocidos regionalmente como malpaíses. Las elevaciones de los valles de la meseta fluctúan entre los 1 500 y os 2 500 metros, todos estos volcanes formados en el eoceno, están compuestos por extensiones de andesita y algunos presentan vetas de cuarzo portadoras de mineral”.

 
Esta zona de Uruapan fue zona de explotación cuprífera en la época prehispánica y buena parte de la colonial, centrándose en la explotación y el aprovechamiento de tal mineral en Xicalán el Viejo, cuya exacta ubicación se desconoce en la actualidad, aunque hay un sitio de ese nombre en las vecindades de Charapendo.

Formación de Uruapan




El Lienzo de Jucutacato es uno de los documentos a establecer en la historia antigua de Uruapan y su rumbo. El lienzo es un tejido muy fino de fibra de algodón que mide 2 metros 63 centímetros de largo por 2 metros y 3 centímetros de ancho. Todo el lienzo esta sembrado de inscripciones e letras europeas y en lengua náhuatl; la forma y el estilo de aquellas acusa a una época muy cercana a la Conquista

El códice trata de la migración de un grupo (no necesariamente numeroso) de artífices nahuas (llamado tlacoccalca), que, procedente de las playas de Veracruz van luego a Valle de México y de ahí a la zona de Zacapu y a las cercanías de Uruapan, en la zona teca de Michoacán hasta establecerse en Xiuhquillán de donde más tarde partirán cuatro expediciones o movimientos migratorios, tres en busca de minas (una hacia Coalcomán y dos hacia la zona cuitlateca de Guerrero) y una más hacia Pátzcuaro para establecer quizá un gremio de orfebres en el corazón del señorío tarasco.

Este precioso manuscrito que recoge las tradiciones indígenas sobre la antigüedad de los purhépechas, es también documento que nos da noticias de la época prehispánica de Uruapan. Fue recopilado alrededor de 1540 por el fraile franciscano fray Jerónimo de Alcalá colaborando con él los sacerdotes paganos y los ancianos sabios de Tzintzuntzan quienes proporcionaron el recuerdo de sus tradiciones que, organizadas por el fraile, fueron presentadas a don Antonio de Mendoza, virrey entonces de la Nueva España.

Por este documento se sabe que aún antes de ser Uruapan anexado al señorío del triunvirato Pátzcuaro-Tzinzuntzan-Ihuatzio, hacia el año 400, ya existía como lugar, pues de allí, se dice, era originaria la cacica Quenomen que se casó con Carocomaco señor de Xacapu, antes de la Conquista qur los señores del lago hicieron de los pueblos de la sierra.



Cuando los señores que suceden a Tariácuri: su hijo Hiquíngares y sus sobrinos Iripan y Tangáxoan, deciden la expansión de su señorío sonfían a sus aliados, isleños de la laguna, la conquista de Uruapan que desde entonces se anexa, juntamente con Paracho y otros publos de la sirra, al señorío del labo de Patzcuaron. La desolación de la guerra ponía en peligro ragión tan productiva por que los conquistadores se decidieron a restablecer a los señores naturales. En el excepcional lenguajes de la Relación se describe ese omento tan importante en que los reyes invitaron a volver a su vida ordinaria a las poblaciones conquistadas diciéndoles:




 
“Id, tomad vuestros pueblos, morad en ellos como antes y tornad a tomar sus árboles de fruta y sus tierras y sementeras. ¡Basta ya! Nuestro Dios Curicaueri ha usado liberalidad y os lo toma.

Traed leña para sus cúes y cavbadsus sementeras para la guerra y estada espaldas de sus escuadrones y acrecentad sus arcos y flecas y libradle cuando se viere en necesidad.

Y todos respondieron que así lo harían y lloraban todas las viejas y viejos y muchachos y fueronse todos a sus pueblos. Y no hacían asiendo los pueblos y no estaban tenían regidores y cabezas, que se meneaban los pueblos y no estaban fijos, y de continuo estaban temiendo y alterados.



Fu el cacicazgo de Uruapan renglón importante, por la organización del imperio tarasco, desde él se controlaba una importante zona hacia la tierra caliente, se supervisaba la industria del cobres y fue buscado lugar de refugio para los soberanos al tiempo de la invasión española en Michoacán. Ciertamente pertenecen a esos grupos tecos los antiguos pueblos de Jícalan y Jucutacato, la influencia sobre ellos de la región lacustre y serrana hizo que cultural y lingüísticamente fueran lentamente asumidos en el estilo purépecha.

En Uruapan, buscó refugio el último Cazonci al final de su corto reinado, en la incertidumbre de la invasión española a Michoacán. Tzinzicha Tangáxoan hijo del rey Zuanga había heredado un reino amenazado y dividido en facciones que lo hicieron adoptar actitudes crueles hacia los demás pretendientes al gobierno a quienes eliminó. La Relación de Michoacán, cuenta esos meses de angustia que se vivieron en Michoacán y la lenta pero inexorable absorción de estas tierras por el conquistador de Tenochtitaln, Hernán Cortes; algunos nobles recomendaban la resistencia mientras que otros eran favorables a la sumisión pacífica. El soberano adopto una postura indecisa semejante a la de Moctezuma y creyó que ocultándose iba a pasar el peligro que amenazaba su reino.

La jurisdicción del Uruapan prehispánico se trata de la visita que hizo a esta región, el juez español don Antonio de Carvajal a finales de 1523.Los conquistadores apenas empezaban a darse cuenta de la enorme riqueza y posibilidades de la provincia de Michoacán que se les había entregado pacíficamente, urgía un inventario de tributarios y una exploración que permitiera premiar a los que habían colaborado en la conquista de la Nueva España. El visitador Carvajal llegó a Uruapan y de inmediato comenzó su visita apuntando los pueblos que estaban sujetos a ese cacicazgo. Es está la primera y última noticia escrita que ponen contacto con el Uruapan prehistórico.

Francisco de Villegas fue el primer encomendero de Uruapan por merced que se le hace el 25 de agosto de 1524. Él debió encariñarse pronto con su encomienda y no precisamente por la belleza del lugar y sus posibilidades de cultivo en tan dotada zona de buen clima y aguas abundantes, sino más bien con la riqueza humana que le ofrecía posibilidades para desarrollar negocios más productivos. De entre sus súbditos iba a sacar gruesa leva, para os trabajos de las minas o para emplear su fuerza en producir bastimentos que luego se pudieran realizar a muy buen precio entre los mineros. La minería había seducido a la mayor parte de los que habían venido a conseguir capitales rápidos sin exponerse a las eventualidades de la ganadería o la agricultura.

La codicia de Villegas y de otros de los favorecidos con encomiendas los llevó a extremos de explotación de la comunidad indígena que pusieron en pie de guerra a los indómitos indígenas michoacanos, situación que hizo necesaria la visita del Bachiller Juan de Ortega quien, apoyado en la fuerza de las armas, quiso someter a los indios en revuelta y trató de corregir los abusos que motivaban los encomenderos, habían sido asesinados por los indios en distintos puntos.

Testimonios de los contemporáneos relatan con detalles los métodos suaves de Ortega para someter a los indios: esclavitud, aporreamiento y quema. Pero al menos la visita puso un freno a la explotación incontrolada del encomendero Villegas que recibió medida para lo que debía de exigir a sus encomendados y que consistía en 200 cargas de maíz, ají y frijoles que a costa de los tributantes se debían poner en las minas cada veinte días.

La ambición de encomendero tendía a crecer hasta topar con la justicia real o con la de otro español igualmente avariento y avorazado. Tal es el caso de don Francisco Villegas que había querido ampliar sus derechos sobre otros pueblos del rumbo que hubo quien le disputara, así cuando además de Uruapan empezó a cobrar los tributos de Capacuaro y Sevina le salió al paso don Juan Infante encomendero de los pueblos de la Laguna de Pátzcuaro con quien tuvo que entablar pleito.

La muerte del Cazonci entraba en los cálculos de los encomenderos de Michoacán y el de Uruapan tomó su parte.

La antigua autoridad indígena no dejaba de interferir con su presencia en los inconmensurables sueños de riqueza de los españoles avecindados en Michoacán, que la querían pronta, abundante y a cualquier precio. Las acusaciones contra el soberano destronado llegaban continuamente al centro, fue necesario que ocupara la autoridad alguien como Nuño de Guzmán, que no les iba a la zaga en ambición, para que se resolviera su muerte pagando su sumisión pacifica y el haber sido señor de tierra tan promisoria.

El encomendero Villegas sentía particularmente fuerte la influencia n su territorio de don Francisco Tangáxoan y es él el primero que se aprovecha de tan buena coyuntura para liquidar lo que sentía se oponía a su control absoluto en Uruapan. Haciendo caso a las acusaciones y con el deseo de alcanzar buena tajada, el presidente de la Audiencia Nuño Beltrán de Guzmán, hace venir a México al Cazonci y chantajea su libertad haciéndolo pagar a precio de oro la promesa de dejarlo libre.

Quería extender al doble lo que actualmente se poseía y organizó así la conquista de la Nueva Galicia, pero para adentrase en tamaños sueños debía contar con el control absoluto de Michoacán, que daba muestras de cansancio de los abusos españoles.

Los preparativs de la expedición lo hicieron retener junto a sí al Cazonci y una vez que logró erolar en su empresa a todos los demás de entre los españoles de la ciudad, emprende camino a su conquista tomando el de Michoacán. Una vez llegados a Tzintzuntzan, con el monarca michoaque prisionero, se inicia su proceso y toca al encomendero Francisco de Villegas presentar la acusación formal contra don Francisco Tangáxoan. Sus cargos eran haber interferido el Cazonci en el funcionamiento adecuado de las encomiendas reteniendo a los señores de los pueblos en su corte, sobornar a las justicias españolas para que no lo castigaran según la petición de los encomenderos; se agregaban a lo anterior el que era en lo oculto idólatra, a pesar del bautismo recibido, que tenía costumbres sodomíticas y que había favorecido o solapado las muertes de los españoles por los indios.

Villegas encabezó el grupo de acusadores y se preocupó de presentar testigos para lograr la condenación del reo.

Contra el Cazonci se vuelven a sus propios súbditos amedrentados por las torturas y uno de ellos, don Pedro Panza que le sucederá e la gobernación indígena de Michoacán y que había gozado de las confianzas del soberano, al grado de considerarlo su hermano, es quien viene a dar fuerza a los acusadores españoles.

El 14 de febrero de 1530, se cumplió la sentencia de muerte dada contra el último rey de Michoacán, su ejecución trataba de no ocultar el gozo de quienes lo habían procesado, pues además de ser arrastrado por un caballo, después de martirizarlo para que confirmara las acusaciones que le hacían, se le estranguló y su cuerpo fue quemado con orden expresa de regar sus cenizas. La tragedia del Michoacán indígena quedaba sellada con la muerte de su soberano.

Con la muerte de don Francisco Tangáxoan culminaba un largo periodo de lucha de los encomenderos para someter a sus órdenes totalmente a los nativos, pretensiones que juzgaban entorpecían los nobles indígenas encabezados por su rey; así, a principios del verano de 1529 (25 y 28 de junio) se acusaba a los antiguos caciques de despoblar las encomiendas, de sembrar campos para la casa real indígena en los distintos pueblos y que debían atender los indios sus señores. Se quería, con la desaparición del Cazonci, cerrar un capítulo de la historia de un pueblo y hacerlo entrar de lleno en la colonia.

Historia


Después del caos que sobrevino a la muerte del Cazonci vino la Colonia. Sobre el pánico de la gente poco podían hacer los pocos religiosos que vivían en Michoacán y que no habían podido impedir la crueldad y la injusticia de la muerte del soberano. Fray Juan de San Miguel estaba ya presente entre los evangelizadores; había venido e una segunda expedición de religiosos franciscanos a Michoacán probablemente entre 1528 y 1530. A él correspondió el mérito de la pacificación de Uruapan y el echar las bases para su nueva organización política y religiosa. Gran mérito suyo, en la historia colonial de Michoacán, es haber puesto las bases para la congregación de muchos de sus pueblos; el principal y prototipo de ellos fue éste de Uruapan.



La resistencia a la evangelización, en los indios michoacanos, estaba relacionada con la actitud abusiva de los españoles encomenderos, la venalidad de las autoridades que debían corregir los males y los excesos de crueldad de los últimos años. Precisamente la visita de don Vasco de Quiroga trató de corregir tamaños abusos y fu parte en ello la fundación del Hospital Pueblo de Santa Fe de la Laguna, según se atestiguó en ese famoso juicio de residencia en que depuso fray Juan de San Miguel.

Nuestra Señora de la Concepción de Uruapan fue el primitivo nombre que se impuso al convento que fray Juan de San Miguel comenzó a edificar en el pueblo semidestruido. En la primavera de 1535 estaba el padre San Miguel echando los cimientos de la iglesia y convento de Uruapan al mismo tiempo que pensaba en a mejor manera de poner en práctica una serie de iniciativas para mejorar la vida civil, económica y religiosa de su comunidad.





 

La traza y el orden de un nuevo pueblo, en el hermosos sitio que ocupaba Uruapan, va cobrando cuerpo en la mente del fraile y a medida que se avanza en las obras del convento y de la iglesia se comienzan a dar los pasos necesarios para realizar tan audaz proyecto.

Fray Juan de San Miguel comienza por congregar en Uruapan a algunos de los pueblos sujets a él para brindarles mejores oportunidades para su vida cristiana. No se sabe a punto fijo cuáles pueblos de ls descritos en el informe de Carvajal vinieron a ocupar los lugares que San Miguel les había dispuesto para una convivencia pacífica en sus propios barrios. Quizá el número de nueve barrios corresponda precisamente a otras tantas comunidades trasladadas al nuevo lugar de habitación, y quizá estuvieron también otros, como el de San Lorenzo o Narín, que regresaron a sus primitivos sitios. Hay tradición en Charapan que ellos también formaron parte de Uruapan, al tiempo de esta congregación. En 1565 se mencionan como pueblos sujetos a Uruapan los de San Lorenzo, Santa Catarina, San Gregorio Taciran, Xicalán, Corroi y Churapan debiendo suponer que si estuvieran allá congregados, ya habían vuelto a sus primitivos lugares quedando, sin embargo, los nueve barrios en que seguirá organizado el pueblo.

Fray Juan de San Miguel fundó el pueblo en el mejor lugar que contenía todo aquel valle, y que tiene todo el reino de Michoacán; repartiendo la población en sus calles, plazas y barrios con la mejor disposición que pudiera la aristocracia de Roma, dando a cada vecinos su posesión, mandando desde luego hiciese casas y huertas, plantando de todas frutas, plátanos, ate, chicozapote, mamey, lima, naranja, limón real y centil; y así no había casa de indio que no tuviera a todas estas frutas y agua de pie para la verdura. Había dentro de este pueblo, además del río, otros muchos ojos de agua, con que pudo este siervo de dios encañarla por todas las calles y casas del pueblo, sin que hubiera alguna que no la tuviera y así todo el año había fruta y verdura, por ser la tierra fértil y tanto, que en todo su circuito se estaba sembrando, cogiendo, espigando y naciendo el trigo en todos los tiempos del año, porque ayudaba la fertilidad del suelo. Siempre estaba dando fruto y así se veían e todo el contorno a unos segando, a otros sembrando y a otros aventando el trigo, a un mismo tiempo. Y es razón porque a las cinco de la tarde se levantaba una marea tan suave y fresca, que estorbando las inclemencias del cielo, dura hasta las cinco de la mañana y así nunca yelaba, con que se había conservado el pueblo.

Costumbres

El cacicazgo

Hacían rituales sagrados, implantaban a sus dioses motivo de tributación a Cazonci entre los que destacaban el cobre que se explotaba en abundancia de lugares próximos a Uruapan.





 
Tenían como costumbre de que cada uno que labra su sementera, luego pone una cruz en medio de la labranza, y acompañado de muchos ramitos verdes y florecitas con tanto acato y reverencia que andan temblando y que por cierto debe ser inspirado por Nuestro Señor, pues tanto se ha hecho y en tanto ejemplo ha venido; y así mismo tienen sus chocitas y en ellas cruces y oratorios en que andan y rezan de manera que de todo dan buena cuenta, y se confiesan como buenos cristianos.

Tuvieron la instrucción catequética en ese hacer nuevos hacer nuevos hábitos, porque necesitaban una comunidad cristiana.

En cada pueblo de la diócesis se estableció un sitio especial de culto donde la sociedad se reunía y cuyo cuidado delegaba alguno de sus miembros que se consagraban por espacio de un año a su atención y servicio.

Era costumbre que Fray Juan creará capillas con sus respectivos patronos. Servía este sistema a una más fácil catequización de los naturales pues los misioneros los tenían acostumbrados a reunirse tarde a tarde en los atrios de las capillas para hacer oración y recitar en coro la doctrina cristiana. Allí mismo se sepultaban los difuntos del barrio.

Fiestas



Hacia dentro de la capilla de la inmaculada Concepción que se entornaba con salas amplias y patio donde se celebraban una serie de fiestas comunitarias, donde se reunía a los enfermos de la comunidad para atenderlos en forma más apropiada s socorría a los pobres con alimentos, se hospedaba a los peregrinos y era una especie de granero comunal que guardaba de los excedentes alimenticios para proporcionarlos a buen precio cuando la escasez lo requería.


Cada sábado se celebraba con especial devoción a Nuestra Señora cuya imagen se adoraba con flores y era trasladada a la iglesia perroquial el viernes por la noche para ser acompañada por todo el pueblo y en hombros de las guanáchencha, volverla al hospital en la madrugada del sábado, rezando el rosario, cantando y celebrándose la misa.